
Intrigalidad
Sin spoilers
Son pocos los privilegiados capaces de dominar tanto el arte de la escritura como el de la dirección cinematográfica. Los hermanos Coen, Paul Thomas Anderson o Edgar Wright son algunos de estos contados maestros, para los que ambos campos resultan indisociables. En cambio, otros cineastas como Christopher Nolan o la mayoría de los realizadores españoles tratan de abarcarlo todo teniendo carencias que se agravan con esa intención omnisciente. Por lo tanto no hay que despreciar a un director que no escribe sus guiones, ya que en el mundo del cine es muy necesario saber en qué especializarse. Y Denis Villeneuve es uno de los especialistas más importantes actualmente, aunque a veces su habilidad tras las cámaras quede por encima de las páginas del guión que está materializando.
Eso sucede en 'Sicario', un thriller muy crudo y solvente, pero al que le falta un relato más atractivo. Su guión marca un punto de vista interesante, poniéndonos a ambos lados de la frontera que separa a Estados Unidos y México, y con un reflexivo final que es un cierre perfecto y nada complaciente. Pero el camino hasta ese tercer acto brillante no tiene tantos elementos destacados, con una íntegra protagonista que deambula sin llegar a calar en el espectador y una misión difusa. Ese cometido cobra sentido a la hora de crear un ensayo sobre la justicia y la heterogénea concepción de ella que tienen los responsables de que se cumpla.
El personaje de Alejandro, encarnado de manera extraordinaria por Benicio del Toro, es la incógnita más llamativa y el que más se aprovecha de la templanza y el ritmo in crescendo de 'Sicario', con la que Villeneuve vuelve a dejar muestra de su potente sexto sentido cinematográfico, que por fortuna o desgracia depende de las palabras de otros.
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