Terror inmobiliario

Como buen ejercicio de nostalgia de cine ochentero, 'Sweet Home' (Rafa Martínez, 2015) arranca con toda una declaración de intenciones: alguien acecha en el interior de un hogar a su inquilina mientras en una destartalada televisión puede verse 'Cuento de Navidad' (Paco Plaza, 2005), el mejor de los capítulos de las 'Películas para no dormir' y que ya funcionaba como homenaje al terror de los ochenta. Rafa Martínez debuta en el largometraje tras haberse labrado una carrera notable en el sector del marketing cinematográfico, cuyas labores figuran en '[REC]3: Génesis' (Paco Plaza, 2012), 'Open windows' (Nacho Vigalongo, 2014) o 'Musarañas' (Juanfer Andrés & Esteban Roel, 2014), entre muchas otras.

'Sweet Home' es, por fin, la bocanada de aire fresco que los aficionados al terror más comercial estábamos esperando. Lejos quedan todos aquellos intentos que, copiando el modelo del slasher norteamericano, fracasaron estrepitosamente. De 'School Killer' (Carlos Gil, 2001) hasta 'Afterparty' (Miguel Larraya, 2013), pasando por 'Tuno Negro' (Pedro L. Barbero & Vicente J. Martín, 2001), 'No debes estar aquí' (Jacobo Rispa, 2002), 'Más de mil cámaras velan por tu seguridad' (David Alonso, 2003) o la inefable 'XP3D' (Sergi Vizcaíno, 2011), claros ejemplos de que la copia sin alma a modo de amalgama de clichés, no tiene por qué funcionar bien como producto. Tenemos ante nosotros uno de los divertimentos de la temporada, más cercano a 'Secuestrados' (Miguel Ángel Vivas, 2010) que a cualquiera de los ejemplos anteriormente citados, y que funciona como perfecta mezcla de survival y slasher, donde la figura del antagonista queda encumbrada gracias al Liquidador, claro postulante a formar parte de nuestra lista de "Psychokillers del s. XXI", contra quien Ingrid García Jonsson ejercerá su rol de scream queen en potencia. La protagonista, desmontando el mito de que las rubias siempre son las primeras en morir, se convertirá en la sabia personificación de superviviente y luchadora final girl (y única), en una suerte de émula de Ripley cuya nave espacial pasa a ser esta vez un edificio semiabandonado.

Pervirtiendo las reglas básicas del subgénero de las home invasion, Alicia (García Jonsson) y Simon (Bruno Sevilla) se convertirán en invasores de un territorio tétrico y amenazador, un edificio que, tal y como sucedía en '[Rec]' (Jaume Balagueró & Paco Plaza, 2007), pasa a ser el protagonista absoluto. Los invasores se verán invadidos por un peligro real y el edificio pasará a ser el tablero de juego en el que víctimas y verdugos jugarán al gato y el ratón.

Ni siquiera el abuso de los planos con iluminación amarillenta convierte la película en un producto desdeñable, pues si algo tenemos que agradecer es que, lejos de querer plagiar a las producciones yanquis, toma elementos más cercanos al fantaterror y al horror de los setenta y ochenta que se practicó en Europa. ¿El resultado? Al fin podemos hablar de una película de terror con alma, tan entretenida y salvaje (los momentazos gore harán las delicias de los más paladares más exquisitos) como concisa en cuanto a su mensaje de trasfondo; y es que estamos ante la primera película de terror española que sirve como respuesta a los desahucios derivados de la crisis económica.