Normal, yo también me hubiera rayado.

Se me cae el alma a los pies cada vez que dicen que Micheal Douglas es malo. No lo entiendo. Pocos actores pueden adoptar con tanta facilidad esa faceta expresiva de una manera tan espléndida. A mí me encanta. Partiendo del hecho de que Micheal Douglas es simplemente brillante, si además a eso se le suma un guión cojonudo y un final impresionante, tan humano y que parece tan cercano a tí, no hay más vacilaciones, un 10, sin dudarlo un instante más.

La cinta comienza con la presentación del multimillonario Nicholas Van Orton como un hijo de puta arrogante, pero que a la vez destila elegancia, carisma e incluso simpatía. Su personalidad está marcada por el suicidio de su padre, por lo visto también milloneti, cuando él era sólo un crío. Hasta ahí todo bien. Pero los problemas comienzan cuando a Nick le empiezan a joder con una especie de trucos muy raros. El pobre Nicolas, que a medida del transcurso de la película se va quedando cada vez más de piedra a medida que se le suceden las desgracias, una tras otra. Dicha sucesión pese a no ser algo digno de Oscar para muchos, mantiene atrapada la atención por completo y absolutamente en vilo durante toda la película. Fantástico, espectacular, extraño y a su manera divertido. Después, en pleno culmen de estos compases de intriga, nuestro querido Micheal Douglas conoce al personaje interpretado por la sugerente Deborah Kara Unger que será su acompañante de algunas de las desventuras y peripecias que vivirá el pobre Nicholas. Momento a destacar cuando Nick descubre que la casa de Christine no tiene grifos con agua, y presenta una nevera completamente vacía. La reacción que le vemos después de tal hallazgo, una mezcla de horror y de mala leche en su semblante es impagable. Yo la he encontrado hilarante.

Lo que está claro es que hay una panda de hijos de puta, de asquerosas ratas, que quieren joder a Nick por todos los medios y vaya si lo están consiguiendo. Éste, va dando pasos de ciego tratando de pillar a todos esos desgraciados y a esclarecer lo que le está pasando, pero nunca parece encontrar a la rata lo suficientemente gorda: todos tienen superiores, y no hay amigos, todos parecen formar parte de esa extraña conspiración y no hay nadie en quién se pueda confiar, todos aprovechan para clavártela por detrás, darte por culo y desaparecer, pero sin llegarlo a hacer por completo, jugando contigo, que si ahora estoy por aquí, ahora estoy para allá. Le vacilan. Nick está jodido. Y hasta la polla ya. Por lo que se propone acabar de una vez con toda esta mierda. Cree que se está volviendo loco, los tentáculos de esta maldita panda de cabrones no parecen tener fin, lo controlan todo. Es como un extraño desorientado que va dando tumbos por la ciudad sin saber en dónde poder apoyar su cabeza y a quién inflarle a hostias, al culpable del angustioso e inexplicable tormento que está atravesando. Pero como en toda paranormalidad, el ojo fiero de Nick parece haberse reposado sobre un objetivo, que no está muy esclarecido, pero parece algo. A la mierda, voy a reventarle a alguien la tapa de los sesos, y ese alguien va a ser uno de los jodidos desgraciados que están forzando esta puerta de la buhardilla de este edificio tan alto para terminar de joderme. Pues no señor! Yo, Nicholas Van Orton, que he heredado con sumo éxito el imperio de mi malogrado padre se lo voy a impedir. Me van a ver! No tienen ni idea de lo que es un elegante ricachón cabreado.

PUM!

spoiler:

- Ai, mae, que la he cagado. Pues a tomar por culo. Voy a acabar ya con toda esa pesadilla. Allá vo-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-y...

Pero todo, TODO, está previsto por el prodigioso señor Fincher, provisto de una imaginación insólita, que es la que ha concebido y creado esta gran obra. Y es que sí, es verdad. ¿Debemos ver todo lo que creemos ver o percibir? Nos engañan nuestros sentidos, tal y como planteaba el señor René Descartes? Pues está claro que a veces sí.

Y esa frase: - Te estabas convirtiendo en un auténtico gilipollas, tenía que hacer algo.

Qué maravilloso! Por cierto, me ha llamado mucho la atención el 'cambio' del personaje de Sean Penn. De esa apariencia de loco desaliñado, mal vestido e histérico a ese apuesto y elegante señor, tan bien vestido, provisto de buena presencia y de un entrañable sentido de humor. Una personalidad agradable, siempre apetecible a que pertenezca a tu círculo de amistades.

¡Qué actor más polifacético!