'La gran belleza': Frívola decadencia

Heredero de Fellini y Visconti, Paolo Sorrentino tiene la magnífica habilidad de traer la esencia de una época de esplendor en Italia que ya fue y que ahora no es. Con 'La gran belleza', el cineasta, más que evocar aquella era perdida, muestra en lo que ha desembocado, un decadente y frívolo vacío que malvive de otros tiempos.

La película, en sus casi tres horas, muestra el camino de un escritor sin inspiración que busca la gran belleza como si del Santo Grial se tratase. Una metáfora de lo absurdo y banal de la pomposa sociedad elitista de una época pasada que no ha sabido aceptar el devenir del tiempo. Rodada de manera impecable, estéticamente hipnótica, 'La gran belleza' es el mejor trabajo del realizador italiano, una demostración de una magistral habilidad de retratar lo pedante y vacuo y darle sentido a tan absurda solemnidad. Es como si los personajes de Anita Ekberg y Marcello Mastroianni hubiesen trasnochado y no aceptado que época ya pasó, dejando una visión esperpéntica y decadente de la belleza de Roma. Fascinante.