Un Blockbuster espacial de libro

A diferencia de 'Prometheus' (¿a quién se le ocurre encargarle un guión al que perpetró 'Perdidos'?), la última película de Ridley Scott cuenta con una historia sólida, guion adaptado del libro 'The Martian' de Andy Weir. 'Marte' se suma a 'Gravity' o 'Interstellar' en una nueva oleada de cine espacial y, aunque el resultado de lo último de Scott es entretenido y eficaz, 'Marte' sabe más a un déjà vu que a algo arriesgado e innovador como sí són 'Gravity' o 'Interstellar' (aunque a Cuaron le salga un producto redondo y Nolan se quede en un quiero y no puedo).

Porque lo más original de 'The Martian' es sin duda la premisa del astronauta abandonado en Marte y cómo éste intenta sobrevivir en tierra hostil. Son esos momentos de soledad de Matt Damon y esa recreación de la vida en el planeta rojo lo más logrado del film. Desgraciadamente, si nos salimos de esa premisa, 'Marte' peca luego de tirar de mil y un tópicos de cualquier filme espacial o catástrofes espaciales. A saber:

- Las típicas escenas en la sala de control de la Nasa donde todo el mundo está en vilo pendiente de una pantalla gigante.

- El típico director conservador pepito-grillo (Will McAvoy) que piensa en la sociedad frente al subordinado heróico que quiere arriesgar para salvar al mundo. Y sus trascendentales y condescendientes diálogos.

- Las no menos recurrentes ruedas de prensa en las que los periodistas se lanzan a hacer preguntas todos a la vez, síntoma de lo que está sucediendo es muy importante.

- Las recurrentes reuniones populares en reconocibles monumentos internacionales (Times Square, Trafalgar) para seguir la última hora de los acontecimientos.

- La CNN, porque tiene que salir la CNN.

- La idea feliz que salva al mundo la acaba teniendo el becario, porque es lo que siempre sucede en la vida real.

Dos cosas le faltan a 'The Martian' para hacer pleno en el bingo de las películas espaciales y son la historia de amor entre Matt Damon y Jessica Chastain (gracias por ahorrarnsola, Ridley) y el exacerbado patriotismo norteamericano con la aparición estelar del Presidente de los Estados Unidos. Aunque esto se explica si tenemos en cuenta que esperan recaudar millones de dólares en China y el habitual patriotismo yanki (no se ve ni una bandera americana) queda remplazado por una no menos vergonzosa oda a China en los que sin duda son los momentos más lamentables de la película. Que se note quién manda -ahora- en Hollywood.