A Murphy le falta cogerle el tono a sus estrellas

The Prom es una de esas películas que tiene un reparto de infarto. Ya solo tener a Meryl Streep de protagonista debería ser motivo suficiente para cuidar y mimar la película al máximo. Súmale a Nicole Kidman y ya tienes un cóctel explosivo.

La película farda de rostros potentes hasta donde no debiera haberlos, con una desaprovechadísima Kerry Washington para poner cuatro muecas. Luego está James Corden, que no se entiende muy bien qué hace ahí pero parece tener encandilados a los americanos.

El problema de fondo es que Ryan Murphy no logra cogerle el tono a la película, basada en el popular musical. Para qué vamos a engañarnos, esto debería ser una mamarrachada, pero con A-lists. 'Glee' lo era y Murphy lo sabía y lo abrazaba.

Aquí parece no ser del todo consciente, bordeando todo el rato entre tomarse en serio a sí mismo y la historia que está contando o aligerar mucho más las tramas. En 'Hairspray', por ejemplo, muchísimo más lograda que 'The Prom', hay de fondo una trama mucho más seria y la película sabe abrazar mucho mejor lo que es.

Es más, aquí se ve claramente que tanto Kidman como Streep han venido a jugar y a divertirse, no a aspirar al Globo de Oro o al Oscar, y Murphy parece estar pensando en lo contrario. Al final el resultado es un quiero y no puedo bastante dramático, sobre todo por el talento que Murphy (y la chequera de Netflix) han conseguido reunir para la ocasión.