
El árbol de la vida.
Con spoilers
Terrence Malick es un personaje extraño, una especie de fantasma que se manifiesta en exclusivas ocasiones, no concede entrevistas pero pese a ello es conocido por todos su pasión por la filosofía y la literatura así como su envidiable historial académico.
Esta pasión literaria y filosófica se hace evidente en cada obra, emplea un contexto histórico-vital para desarrollar su teoría acerca de cualquier tema que considere recurrente, así pues el potencial de sus obras recae directamente en la potencia de sus reflexiones. Sus guiones podrían ser perfectamente editados y vendidos como obras literarias.
Pero todo ello conlleva una explotación de la voz en off y de imágenes cuya aportación estética supera a su aportación narrativa: primeros planos desenfocados que acaban con un enfoque ortodoxo que permite visualizar cada detalle del objeto observado.
La naturaleza juega un papel vital en sus obras, se convierte en otro personaje y en algunas ocasiones roba el protagonismo a sus personajes humanos, incrementando aún más el carácter místico de sus obras.
A todo ello añadan la muerte de un hermano en un incendio y un caótico método de trabajo y obtendrán este peculiar cineasta, reverenciado por unos y odiado por otros. Resulta anecdótico que pese al innegable carácter dramático-trágico de sus películas sea todo un enamorado de la comedia llegando a catalogar 'Zoolander' (id.Zoolander, 2001) como su obra favorita y su director/protagonista (Ben Stiller) como su actor favorito. Reforzando lo dicho al principio de esta breve reseña biográfica: Terrence Malick es un personaje introvertido, misterioso y desconocido pese a su gran fama; en los Estados Unidos la crítica lo aclama como el más prolífico de todos sus cineastas.
Es innegable que 'El árbol de la vida' (id. The tree of life, 2011) es una obra compleja, creada por un ser que se haya en un momento de madurez vital y artística, es una mirada al pasado y a su vez una teoría sobre aquello que puede depararnos el futuro; pero no sería tan compleja si pudiésemos definirla con esta simple frase, por ello para ser justos debemos admitir que va más allá, revelándose como un intento de dar respuesta a todas las dudas vitales del universo y de la existencia humana, una de las creaciones más ambiciosas de la historia de la cinematografía, comparable en alma con '2001' (id. 2001) o 'La sangre de un poeta' (id. La sang d'un poète, 1930).
Como sinopsis podríamos decir que estamos ante un drama, un retrato del entorno familiar de su personaje central empleando a su vez como punto de partida y de inflexión la trágica muerte de su hermano, a partir de ello se generan experiencias pasadas, presentes y futuras; todas acompañadas de reflexiones acerca de la muerte, la vida, el universo, la génesis y el fin.
Malick deja de lado cualquier norma narrativa, centrándose en mayor medida en el poder reflexivo y visual de su obra, consigue una vez más deslumbrar por su potencial estético (fruto del trabajo de Lubezki) pero pese a ello podemos vislumbrar cierto caos en su montaje, parece ser fruto de una acumulación incesante de reflexiones y secuencias salvado por un formidable trabajo de edición en el que participaron hasta cinco profesionales.
Se ha cargado de una fama impertinente a esta obra, algunos cines se han visto obligados a crear una alternativa al espectador, un antídoto contra el tedio. Todo aquel que abandonara la sala en torno al primer cuarto de hora recuperaría su dinero; debo admitir que es (al menos) acertado localizarlo en ese baremo de tiempo, pues es en ese instante donde la audiencia comienza a dividirse entre fascinados o desnortados, es ahí cuando se ha consumido la dosis justa de universo 'malickiano' para descubrir si te gusta o no.
Aquellos que sobrevivan a la criba del inicio, podrán disfrutar de una experiencia única en la vida, desde su inicio realiza continuas reflexiones que la acercan hacia la creación poética y la alejan de ser una mera obra cinematográfica.
Define que en la vida hay dos caminos: La naturaleza (representado por el padre rudo, estricto y fracasado) y el místico (representado por la madre que a su vez posee una belleza angelical y un carácter fraternal que roza lo enamoradizo con cada ser humano); es en este momento cuando el individuo debe decantarse por uno u otro, su personaje central, Jack, acaba decantándose por la naturaleza pese a que odia a su padre. De hecho mostrarnos el personaje adulto no posee otro significado que el de demostrar que pese a haber seguido el camino de la naturaleza ha recibido una buena compensación por ello, es un notable arquitecto que se encuentra encerrado en un castillo de cristal y que tras conocer la muerte de su hermano inicia una reflexión introspectiva que desenlaza con un final cercano al concepto budista de felicidad: alcanza el conocimiento máximo y la aceptación máxima del prójimo; de hecho en su última escena se encuentra en un universo onírico junto a todos los personajes que han dejado huella en su vida y efectúa un gesto de cariño o mejor dicho de comicidad con su padre, es la escena más emotiva de la película: la aceptación del hijo hacia el padre.
Está cargado de sutiles detalles que diseccionan a cada uno de sus personajes, probablemente el gran fallo de la obra sea el no emplear una narración más sencilla lo que le habría permitido centrarse en el retrato familiar, pero como dijimos no posee ningún tipo de unidad narrativa. Así pues "El árbol de la vida" (id. The tree of life, 2011) es una obra cargada de belleza, es compleja y libre como el mejor de los poemas, por ello solo puede ser consumido y disfrutado por paladares experimentados, aquellos que aún conciben el cine como una representación artística.
"Tan imperfecto soy, que hasta me creo perfecto".
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