Nunca te fíes de un conductor de autobús desnudo

Esta película no será recordada como una obra mayor de Allen, y apenas es conocida entre su inmensa filmografía. Sin embargo, el espectador curioso se llevará una grata sorpresa, pues a pesar de las expectativas, merece bastante la pena.

Allen cuenta sus mejores chistes de su época "anciana" en esta cinta. Es sin duda uno de sus personajes más divertidos, más exagerados dentro de su peculiaridad, y hace un alarde de ingenio con el uso de, como ya he dicho, chistes originales y aptos para la actualidad, este comienzo de siglo XXI.

Por si fuera poco, no solo tenemos un "Woody", si no dos. Jason Biggs interpreta, como ya hicieron antes Cusack o Branagh, el alter ego del director, creando así una mezcla hilarante de situaciones cómicas a lo largo de todo el film. Además, introduce personajes estereotipados curiosos que son un apoyo constante al humor, como el psicoanalista inútil o el representante ineficaz (Danny DeVito).

Pero el objeto de discordia no es otro que la actriz protagonista, Christina Ricci, en el personaje femenino más desquiciante desarrollado por Allen, que encarna a la "mujer fatal" moderna (joven, llena de vicios, de manías, cambios de opinión, etc) y vuelve loco al protagonista y al espectador.

En lo que falla la película, sin embargo, es en el excesivo aislamiento de los gags. El guión no toma un rumbo fijo, pudiendo suceder cualquier cosa que le de por hacer al director.

En definitiva, no es una obra compleja, probablemente sea la película de Allen más parecida a las comedias románticas "corrientes", sin embargo, la genialidad humorística del director neoyorkino es alta, por lo que la película divierte, aunque solo se limite a eso.