La sutileza de los silencios

Beatriz Sanchis nos trae un su ópera prima un universo propio, como ya lo hiciera en su cortometraje 'Mi otra mitad'.

'Todos están muertos' puede gustar más o menos al público, como todas las películas, pero, en cuanto a cualquier aspecto técnico, podemos decir que está cuidado, incluso mimado. La fotografía llega a convertirse en una manera de mostrar a los personajes, es decir, cada uno tiene su propio encuadre y luz. Por ejemplo, los planos de Lupe, suelen ser más cerrados, y a pesar de la luminosidad que los acompañan, también hay ciertas sobras. Parece que se resalta más una mitad de la cara que la otra, un lenguaje muy bien jugado que nos hace interesarnos más por ella, y sentirla de manera más especial.

Aunque sin duda, además de las interpretaciones, destacando a una Elena Anaya como nunca antes vista, o la banda sonora, otra delicia que nos regala, lo que más me ha llamado la atención es la forma que tiene de Beatriz de comunicar con silencios.

El guión, para mi gusto nada pretencioso y muy bien escrito, está lleno de vacíos, totalmente necesarios, para que el espectador pueda imaginarse toda una capa de la historia, de lo que ocurrió en el pasado y sigue latiendo. Nos da libertad y tiempo para que nosotros mismos soñemos y a su vez, procesemos todo el dolor que siente Lupe, tan callada, tan suya. O por ejemplo, los sentimientos de su hijo, de pocas palabras, y que se comunica con nosotros a través de una canción de Los Planetas.

Por este motivo, y quizás por pecar de emocional, le he dado un 9'5, ya que no ha dejado de sorprenderme y encogerme el corazón en todo su metraje