Críticas de 'Utoya. 22 de julio'
Crítica eCartelera
'Utoya. 22 de julio': Pánico en tiempo real
Críticas de los usuarios
Cinefiloman
Cuando se produce un hecho trágico, sembrado de dolor, sufrimiento y muerte, y de ese hecho se da poca información, escasean las noticias, todo lo que sea acercarse a él, bien con información periodística escrita, bien reportajes televisivos o documentales cinematográficos, es bienvenido.
Esclarecer los hechos y analizar las causas siempre es bueno ...Leer más
Críticas de los medios
Cine Premiere
Gracias a la técnica cinematográfica utilizada, así como al gran talento de Berntzen, es posible comprender la angustia y miedo que habrán pasado esos jóvenes, la exasperante lentitud con la que transcurrirían para ellos los injustificables 72 minutos que la policía tardó en llegar a la isla para detener la masacre. Hay películas, pues, que uno no sabe muy bien por qué, pero que está seguro de que lo acompañarán toda la vida, que sus rastros quedarán para siempre en el DNA, en el torrente sanguíneo, en los huesos.
El Mundo
Erik Poppe sorprende, aterroriza y angustia, todo a la vez, con un viaje en tiempo real y en un único plano a lo sucedido el 22 de julio de 2011 en la isla noruega donde fueron asesinadas 69 jóvenes
Indiewire
La película tiene el poder de hacer que nuestros cuerpos alcancen a nuestros corazones - el poder de ayudarnos a experimentar con seguridad el tipo de terror que tenemos que recordar de una forma que se nos hace imposible olvidar.
The Guardian
Y después de 72 minutos (la duración de los hechos en la vida real) la desgarradora acción de la película termina. Se siente, a la vez, mucho más corto y mucho más largo que 72 minutos. Es un absorvente y conmovedor tributo al coraje de las jóvenes víctimas de Utoya.
Variety
No se puede negar el talento técnico detrás de la recreación en un solo plano de Erik Poppe sobre la la masacre de Utoya, pero todo lo demás es bastante más criticable.
The Hollywood Reporter
Para este crítico, los eventos en su hogar se alarga y finalmente parecen demasiado concesiones a las necesidades de las normas del drama de ficción, primero con un giro inesperado y luego con giro melodramático. Acaban quitando valor a la experiencia porque la ilusión del documental es arruinada por los tejemanejes de la obra ficcional, hasta ese momento quizás tan solo visible en el fondo, llevado a la primera plana.