Orgullo mutante

Oh, amigo Singer, la espera ha merecido la pena. Y tanto.

En un principio, la desconfianza se apoderó del público tras la decepción que contrajo X-Men 3. Aunque Bryan no la dirigiera, sí que estaba al tanto del proyecto, y tenía la capacidad de moldearlo. Tras esto, el interés por el género mutante estaba en decadencia (a nivel comercial y cultural). Pero no es hasta Primera Generación que la "adrenalina X" recorre de nuevo nuestras venas. Era impensable que mostrar los orígenes de los X-Men resultara incluso más atractivo que los actuales X-Men.

Tras varias chafadas de Lobezno, llega lo que realmente interesa: que Bryan Singer reuna todo lo adquirido desde el año 2000 en una gran película.

Las expectativas eran más que altas; el público no hacía más que especular sobre cuál sería la trama en su esencia, y a qué mutantes (y cómo) veríamos en la gran pantalla. Las expectativas se cumplieron sin pensarlo.

Cabe destacar la gran interpretación de Evan Peters dando vida a Mercurio que, para mi gusto, fue la guinda del pastel. Bravo, Evan.

Sin embargo, no todo son elogios, el gran (y apenas apreciable) fallo de este largometraje es el error cometido en cuanto a la relación con las anteriores películas. Muchos cabos quedan sueltos.

Aún así, es sin duda alguna la película de X-Men con la que más he disfrutado.