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Zodiac
2007
8,1
Zodiac

Puedo y no quiero

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Crítica de 'Zodiac'

De goethemola

04 jul 2007

8,2

Sin spoilers

El mundo del cine nos tiene ya más que acostumbrados a historias -verídicas o inventadas- de asesinos en serie, psicópatas, o como queramos llamarlos de todos los tipos y de todos los colores: desde M, el vampiro de Düsseldorf, de Fritz Lang, allá por el año 1931, pasando por el amigo Leatherface de La matanza de Texas (1974), hasta, cómo no, el que probablemente sea -por derecho propio- el psychokiller por excelencia (con el permiso de Norman Bates), el doctor Hannibal Lecter en El silencio de los corderos (1991). Lo cierto es que las películas de asesinos en serie suelen tener, como dirían los propios policías encargados de investigar los casos, un patrón más o menos común, un molde base, que es el que el director debe romper en su justa medida si es que quiere sorprender al espectador, ya que, como decía, después de la aclamada adaptación al cine de la obra de Thomas Harris (secuelas y precuela inclusive), se veía harto complicado reinventar el género. Tanto por el camino como a posteriori, películas como Henry: retrato de un asesino en serie (1986) o Memories of murder (2003) han tratado de dar un nuevo enfoque al género, pero hay que reconocer que, pese a sus buenas intenciones, se han quedado en el camino, no por falta de calidad, sino más bien por falta de repercusión. Y es que ningún psicópata ha impactado tanto en el imaginario colectivo como el amigo Lecter, a pesar de que los blockbusters a modo de secuela traten de vilipendiar su imagen con insistencia.

Pues bien, en Zodiac muchos veían ya la reinvención del género de la que hablaba. Y es que el amigo David Fincher, aquel neófito tras la camara al que un buen día le dieran carta blanca para dirigir Alien 3 (grandísima película que muchos critican, pero que le da mil vueltas a Alien ressurection), y que sorprendería a todos con dos obras maestras como Se7en y El club de la lucha, parecía el candidato ideal para arrebatarle el cinturón de campeón a Jonathan Demme.

Pero, para bien o para mal, esto no ha sido así.

Basada en hechos reales, e interpretada por Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr y Mark Ruffalo, Zodiac relata las investigaciones de la policía, la prensa, y un dibujante de tiras cómicas de un periódico local para descubrir la verdadera identidad de un asesino en serie que sembró el pánico entre 1966 y 1978 en San Francisco. Megalómano y escurridizo, Zodiac volvió loco a la policía, que barajó múltiples sospechosos, si bien nunca lograría hallar pruebas concluyentes para condenar a nadie.

De las más de dos horas y media que dura Zodiac, tan sólo el primer tercio de película se asemeja a un trama de psychokillers al uso, con sus pertinentes asesinatos y su consecuente investigación policial. Y lo cierto es que quizá ese primer tramo de película sea el más insulso de todo el metraje, aunque para nada pretendo decir que sea aburrido, todo lo contrario: simplemente es obvio. Mientras Zodiac sigue los estándares del género, y a pesar de que la acción está muy bien conducida, la película no parece aportarnos nada en absoluto, ofreciéndonos un asesino en serie de estilo algo tosco que se jacta de sus proezas enviando criptogramas a la prensa local y alimentando su ego, mareando la perdiz para desesperación de la policía. En cambio, cuando Fincher repudia a Zodiac como centro de la trama, centrándose en los diferentes investigadores, es cuando la película toma un nuevo rumbo, pasando de ser un thriller de psicópatas al uso, a la historia de una obsesión. Y es que la investigación del caso se prolonga décadas, desde 1966 (cuando supuestamente Zodiac perpetra su particular bautismo de fuego), hasta finales de los ochenta, primero a manos de los policías encargados del caso, los inspectores David Toschi (Mark Ruffalo) y William Armstrong (Anthony Edwards), luego por el periodista Paul Avery (un inconmensurable Robert Downey Jr, con diferencia, lo mejor de la película), y ya muy posteriormente, por el dibujante Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal). La obsesión de todos ellos en torno a Zodiac les llevará a destruir sus propias vidas: el investigador Toschi verá peligrar su empleo, Avery acabará buscando refugio en la bebida, y Graysmith pondrá en peligro la estabilidad de su propio matrimonio con tal de dar caza a un asesino en serie que lleva ya años inactivo.

Y es que la verdadera gracia de Zodiac, lo que te mantiene en vilo durante dos horas y media largas, es saber si los protagonistas alcanzarán de una vez por todas su meta, si atraparán por fin al asesino que tanto les obsesiona. A diferencia de El silencio de los corderos u otras películas del mismo género, Zodiac carece de ese in crescendo final que la sala al completo está esperando; la película está exenta de una traca final, de una resolución que nos haga quedarnos clavados en la butaca, y por ese mismo motivo nos sorprende: porque no hay un desenlace satisfactorio. La gente va al cine esperando el giro argumental inesperado que te maraville o te defraude, y éste nunca llega.

Esa es la gracia de Zodiac. Y también su lacra.

Para muchos, Zodiac son dos horas y pico de NADA, en mayúsculas. Para otros, yo incluido, es quizá la película de sociópatas más real que se haya filmado nunca. Quizá no sea impactante, ni escabrosa, pero nadie podrá negarme que es absolutamente real. Como decía, para muchos la película no es sino un largo quiero y no puedo. Yo pienso que es más bien todo lo contrario: un largo puedo y no quiero.

Muy recomendable, si bien uno puede esperarse tranquilamente a la comodidad del videoclub, ya que visualmente no tiene nada de particular. Aunque, bueno, eso va a gustos.

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