'Las chicas del cable': Una mancha en el terciopelo

Con ?Las chicas del cable? Bambú Producciones certifica su estilo a la hora de crear series de éxito: Ambientación de época, lucha de clases, amores imposibles, secundarios de lujo, lucha de clases, triángulos amorosos, escenarios de ensueño y la sensación de estar ante una delicada pieza de joyería. Funcionó a las mil maravillas con ?Gran Hotel? y, especialmente, con ?Velvet?.

Sin embargo, con ?Las chicas del cable? la sensación es completamente agridulce. Está claro que es una copia de ?Velvet?, al tener un escenario casi idéntico, cámbiese el edificio de las galerías por el de Telefónica, ambos situados realmente en la Gran Vía madrileña. Intrigas, crímenes y un vestuario de ensoñación. Pero en esta serie se percibe como sucedáneo, dando la sensación de que ?Velvet? era más auténtica. No porque Bambú no sepa crear series originales interesantes, que lo ha demostrado en bastantes ocasiones, sino por la decisión de Netflix de querer ofrecer un producto ideal para señoras fuera de su territorio conocido. Porque ?Las chicas del cable? quedaría genial en la parrilla de Antena 3 o La 1 de TVE pero en Netflix se antoja fuera de lugar. Una oportunidad perdida del canal en streaming al no ofrecer algo distinto a lo que ya existe en las cadenas generalistas.

Aunque es perdonable al saber que, realmente, ?Las chicas del cable? no están pensadas para el público español, sino para el latinoamericano, donde la fórmula Bambú no es que funcione, sino que es éxito seguro.